Publicado en 7ka, 01/02/15
En una reciente entrevista el artista francés Christian Boltanski (París,1944) reconocía que “sin el apoyo de mis padres y si no llego a nacer en una familia burguesa con intereses intelectuales, probablemente hubiera acabado en un psiquiátrico”. La complicada infancia de este autor y su difícil adaptación a un mundo de estrictas normas, del que acababa siempre escapando, no fue más que el encuentro con una forma de expresión rebelde que resultó ser artística. Los itinerarios de los artistas para llegar a serlo son muchos y muy diversos. El mito del artista rebelde es tan recurrente como el de la artista hipersensible, pero no hay modelos, como tampoco existe el determinismo genético en la personalidad creativa ni en el genio artístico. Existen condicionantes, contextos, ambientes y sobre todo condiciones educativas y de aprendizaje. Resulta interesante observar las biografías de los creadores para conocer ese itinerario personal, pero es especialmente significativo analizar el modo en que la creación artística acaba haciéndose con el itinerario de un autor o autora hasta confundirlo con su personalidad. Es entonces cuando descubrimos trabajos de profundidad y con horizonte, cuando entendemos que la práctica artística es un itinerario vital, pero que es también una baliza fundamental en el itinerario emocional de una sociedad, así como un elemento indispensable en su travesía como colectivo.
La exposición titulada
Piel de Lluvia, de Erika Ede (Bilbo, 1961) en la Sala Rekalde presenta
una serie de imágenes, acompañadas por textos de José Ignacio de Anguísola, que
nos hablan de la memoria familiar. El paisaje de la infancia, la idea de documentación
y de relato y la constante referencia al mar conforman un itinerario personal
pero abierto a otras interpretaciones y a nuevas ficciones.
Se trata de la
experiencia de la artista y de su vinculación a distintos momentos vividos
junto a las costas báltica y bizkaitarra. El proyecto cataloga estos lugares a
través de diferentes técnicas y, partiendo de la playa de Laga sobrevuela toda
Europa hasta Letonia, en el delta de Daugava y el cabo de Mërsrags.
Por su parte, Jabier
Villarreal (Iruñea 1962) vuelve a exponer en su ciudad después de varios
años, esta vez en el centro Civivox de San Jorge, hasta el 27 de febrero, con
una muestra que lleva por nombre de "54nDu2314¡_2015". El itinerario de
Villareal está volcado desde hace tiempo en la búsqueda de procedimientos
híbridos que mezclan lo viejo y lo nuevo, lo manual y lo tecnológico, que
buscan una lógica expresiva aunando las nuevas tecnologías y la pintura. En la exposición se
presentan obras de gran formato realizadas con técnicas mixtas sobre aluminio y
sobre papel que nos ofrecen una particular visión del mundo a través de un uso
preciso de esa paleta que es ya tan analógica como digital. De un lado encontramos este
itinerario decidido y constante de investigación plástica, rico en
procedimientos técnicos y en soluciones formales. De otro lado, Villareal utiliza
imágenes de satélites y fotografías de ciudades: Nueva York, Chicago o Bilbao,
que nos describen un itinerario global, en el que las imágenes se cruzan y se
solapan, dejando al espectador que encuentre nuevos argumentos, nuevas imágenes
y que defina su propio itinerario.
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