Publicado en Gara, Kultura 15/02/11
Las circunstancias que rodean al cambio de rumbo de la Asociación Abisal no pueden entenderse sin sobrevolar el conjunto de las políticas culturales en las que se inscribe. Su nueva etapa nos acerca una serie de síntomas que no le son exclusivos y que nos hablan de reajuste, de relevo y de regeneración, pero sobre todo de una atinada lectura de su circunstancia y de su lugar como proyecto “situado”.
Iniciativas como Abisal requieren de un nivel de compromiso verdaderamente exigente y se sustentan siempre en una tupida red de voluntarismos que van mucho más allá de las tímidas y superficiales actualizaciones de los apoyos institucionales. Abisal ha mantenido desde 1996 una coherente línea de trabajo, tomando el pulso a la producción cultural alternativa incluso cuando el gran OVNI de titanio aterrizó junto a la ría. Y esa fuerza es la que se quiere preservar en esta nueva fase.
No es la primera vez que Abisal se piensa a si mismo como proyecto cultural en una suerte de auto-auscultación de sus constantes vitales, como demuestran las tres publicaciones - “txostena”, editadas durante todos estos años y que pasan por ser un buen reporte documental de su actividad y de sus constantes dilemas.
De fondo a esta nueva etapa se encuentra la decisión de no someterse a ritmos que le son ajenos y que fundamentalmente vienen marcados por el hecho de mantener una programación estable. Las actuales formas de producción cultural entienden los espacios expositivos como una posibilidad y no como un condicionante, de modo que la conversión de Abisal en agencia de producción abre nuevas e interesantes posibilidades. Cuestiones como la deslocalización de sus proyectos, la colaboración con otras iniciativas y la diversificación de su trabajo cultural se beneficiarán sin duda con este nuevo modelo “escurridizo, variable y nómada”.
Pero quizá ahora, como en otras ocasiones, sea el relevo generacional una de las cuestiones más delicadas. Abisal ha resultado ser una de los mejores centros de formación artística de Bilbo; un lugar en donde la pretendida confusión entre los roles del artista, del comisario o del gestor ha dado sus mejores frutos al margen de la norma; un lugar en el que la experimentación se ha manifestado libremente, lejos de la presión académica o en los márgenes del mercado.
Iniciativas como Abisal requieren de un nivel de compromiso verdaderamente exigente y se sustentan siempre en una tupida red de voluntarismos que van mucho más allá de las tímidas y superficiales actualizaciones de los apoyos institucionales. Abisal ha mantenido desde 1996 una coherente línea de trabajo, tomando el pulso a la producción cultural alternativa incluso cuando el gran OVNI de titanio aterrizó junto a la ría. Y esa fuerza es la que se quiere preservar en esta nueva fase.
No es la primera vez que Abisal se piensa a si mismo como proyecto cultural en una suerte de auto-auscultación de sus constantes vitales, como demuestran las tres publicaciones - “txostena”, editadas durante todos estos años y que pasan por ser un buen reporte documental de su actividad y de sus constantes dilemas.
De fondo a esta nueva etapa se encuentra la decisión de no someterse a ritmos que le son ajenos y que fundamentalmente vienen marcados por el hecho de mantener una programación estable. Las actuales formas de producción cultural entienden los espacios expositivos como una posibilidad y no como un condicionante, de modo que la conversión de Abisal en agencia de producción abre nuevas e interesantes posibilidades. Cuestiones como la deslocalización de sus proyectos, la colaboración con otras iniciativas y la diversificación de su trabajo cultural se beneficiarán sin duda con este nuevo modelo “escurridizo, variable y nómada”.
Pero quizá ahora, como en otras ocasiones, sea el relevo generacional una de las cuestiones más delicadas. Abisal ha resultado ser una de los mejores centros de formación artística de Bilbo; un lugar en donde la pretendida confusión entre los roles del artista, del comisario o del gestor ha dado sus mejores frutos al margen de la norma; un lugar en el que la experimentación se ha manifestado libremente, lejos de la presión académica o en los márgenes del mercado.
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