Nieve cuadrada en todas las pantallas

Exposiciones con la televisión como tema principal.
Publicado en Mugalari, Gara 26/11/10

Algo sucede con la televisión. Cuando su acepción cultural se desvaneció por completo hace ya tiempo y cuando parece que llega a su fin tal y como la hemos conocido hasta ahora, la tele obtiene desde el mundo del arte algo parecido a un “reconocimiento”. Recientemente varias exposiciones dan cuenta de este proceso desde distintas perspectivas.



 Resulta curioso el hecho de que la nieve televisiva siga siendo la imagen de referencia en las muestras dedicadas a este electrodoméstico vocinglero cuando los documentos, programas y obras que se muestran en sus diferentes montajes están ya atravesadas por el pixel cuadrado y digital que simboliza una nueva época. Quizá sea ésta la razón principal de que la televisión haya obtenido el rango que le permite entrar en la institución museística después de una historia repleta de tensas relaciones con las artes. Y quizá sea este cambio tecno-cultural, completamente asumido en otros órdenes de lo social, por el cual deba ser tenida en cuenta como territorio de experimentación formal e intervención política. Lo único cierto es que la televisión ha sido la principal artífice de introducir lo popular en el ámbito general de la cultura y que sigue siendo la gran responsable de la difuminación de las barreras entre lo privado y lo público. Quizá sea la coherencia irreductible del Museo la encargada de dar cabida a un medio que está a punto de desintegrarse y, a la vez, a punto de atravesarnos.


A finales del pasado verano teníamos noticia de una gran exposición Changing Channels, en el MUMOK de Viena que atendía a las relaciones entre arte y televisión entre 1963 y 1987. A continuación, la muestra Televisión: El Di Tella y un episodio en la vida de la TV, en la Fundación Telefónica de Buenos Aires, nos ofrecía desde una perspectiva más local, las interesantes iniciativas de televisión independiente que tuvieron lugar en Argentina durante los años sesenta y setenta. Estas exhibiciones dieron paso a una larga serie de muestras individuales de artistas que han trabajado con la televisión como soporte de creación (como el caso de Jaime Davidovich, con exposición en Artium de Gasteiz), pero ha sido este otoño cuando han coincidido en Barcelona dos importantes muestras sobre televisión que se complementan y que se enriquecen mutuamente al analizarlas en continuidad.

La primera de ellas, TV/ARTS/TV, en el Centro Arts Santa Mónica, reflexiona sobre la relación de los artistas con el medio televisivo a través de distintos medios expresivos. La muestra comisariada por Valentina Valentini ensancha su espectro de estudio hasta la obra plástica (fotografías y dibujos) y atiende especialmente a la instalación audiovisual, incluyendo algunas piezas históricas de Wolf Vostell, Paik, Vito Acconci, Dara Birnbaum, Gary Hill o Chris Marker entre otras. Si bien integra asimismo documentos relacionados con la emisión televisiva, la muestra fija su interés en las relaciones de cohabitación y mestizaje que el denominado videoarte ha establecido con la televisión, en una suerte de dispersión y desprendimiento progresivo de su objeto de estudio que probablemente sea el reflejo o la metáfora de su propia característica inasible, inabordable y escurridiza.


La muestra ¿Estáis preparados para la televisión?, que presenta el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) y que coproduce el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), se focaliza más directamente en el formato televisivo, en la emisión propiamente dicha, y organiza todo su caudal de información de una manera compleja pero reveladora en cuanto a datos y fórmulas de presentación y representación. Chus Martínez, junto a un equipo de colaboradores, ha estructurado la muestra a partir de tres grandes ejes y en diez capítulos. Los ejes “La mirada de la televisión hacia el arte”, “La mirada del arte hacia la televisión” y “Una academia desde la televisión”, organizan el complejo y variado catálogo de programas (¿obras?) que han surgido al poner en relación las posibilidades del espacio de difusión, la producción ideológica y cultural, el pensamiento crítico y la imaginación creativa.




A partir de aquí la deriva del espectador por el ambicioso dispositivo elegido para la muestra se topa con diferentes sets que se organizan en torno a un gran aparato de televisión (y que se complementa con un programa “a la carta” presentado con un cuidado y efectivo display). 
El tiempo total de programación es imposible de abarcar en una sola visita a la muestra por lo que una buena selección se antoja fundamental. Uno de los “capítulos – set”, de título “Una tribuna por ocupar”, presenta programas realizados por filósofos o en los que el pensamiento tiene un peso específico importante; así Foucault, Lacan o Derrida aparecen en una suerte de justificación de las posibilidades del medio. La creación de un nuevo lenguaje audiovisual a través de la intervención artística la encontramos en varios de estos capítulos y a través de piezas como las de Jef Cornelis y las aportaciones de Jean Luc Godard o del colectivo TVTV,  entre otros. Imposible sustraerse a la frescura de proyectos como los de la argentina Marta Minujín o de General Idea, a las experimentaciones de Juan Downey, al impacto de Chris Burden o al refinamiento de los programas de Alexander Kluge. Pero el dispositivo de la muestra se completa además con un brazo emisor. “Zero TV” es un proyecto que coordinado por Félix Pérez Hita emite en streaming, ofrece talleres y propicia actividades, cerrando así el círculo participativo del proyecto (macbazerotv).

 La exposición redescubre programas de televisión y obras de artistas realizadas específicamente para la televisión. La fecha de su producción organiza una interesante línea cronológica en la que es posible descubrir los insólitos cruces del arte contemporáneo con la historia cultural de este aparato tan familiar. 

La Televisión presenta una obstinada dualidad, el carácter esencialmente privado del consumo de una actividad fundamentalmente colectiva, dos escalas contradictorias que hacen complicada su clausura en el espacio codificado del museo, pero que resulta ser fascinante a poco que nos dejemos llevar por su ingente variedad de expresiones.

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