Superficies

Publicado en Mugalari, Gara 3/12/10
 

En la época “pre-digital” la información había que conquistarla, arrebatarla o rescatarla para luego proceder a su análisis y elaborar su enunciado. La circunstancia actual obliga a tener que filtrar la información hirviendo el caldo noticioso para conseguir extraer algo de veracidad, algo de interés, algo. Es bien cierto que hay que ser firme con la vacuidad y con el desvelamiento de la verdad, pero también es cierto que para provocar el punto de ebullición que nos permita acceder a la médula y desbrozar el terreno inundado de confusión que nos llega a través de las pantallas, la única herramienta posible es aquel distanciamiento que consigue mantener la capacidad de asombro y que, a sabiendas de que luego habrá que ducharse de realidad, se deja pringar de ciertas ilusiones.

En la producción cultural actual predomina la ocurrencia sobre la idea, es algo que vemos en los espacios liminares, allí donde las artes se rozan con los medios y se pliegan a la velocidad de emisión. Pero por otro lado, a menudo juzgamos prematuramente como superficial lo que merece nada más y nada menos que tiempo. El tiempo necesario para atravesar la superficie de las cosas. En muchas ocasiones triunfa el descreimiento sobre la segunda oportunidad y en más de una ocasión nos sorprendemos ante las fuertes convicciones que nosotros mismos generamos en nuestros rápidos juicios. Para ser sinceros, a veces uno ni se cree su propio descreimiento ni sabe desenvolverse con sus propias contradicciones, algo que pasa por ser un ineludible ejercicio de supervivencia intelectual.

Pero lo mejor del caso es que existen otras formas de disfrute en la observación de los productos culturales que aparecen en cada esquina y que no proceden precisamente de su calidad. Algunos alardes técnicos, algunos discursos pretenciosamente complejos o supuestamente críticos pueden ser tremendamente reveladores cuando se ve lo que hay bajo su superficie.

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