F.D.P.

Publicado en Mugalari, Gara 18/06/10

F.D.P. leyó, no sin cierta indignación, las razones que en estos mismos papeles se ponían en boca de P.D.F. (ver Mugalari 574) sobre la “excepcionalidad” del trabajo artístico, cuestión que servía de base para argumentar toda su práctica y para definir su actitud.
Según F.D.P. nada más alienante y reaccionario que transitar por este territorio de la excepción cuando el objetivo del arte, según él, no debía ser otro que buscar la confluencia con otras formas de conocimiento que no se apoyaran en la exclusividad, en el privilegio o la prerrogativa.
Para él, la historia había dejado claro que la supresión de los valores manuales como elementos de juicio de las disciplinas tradicionales no había conseguido la democratización en la producción o en el disfrute de las artes. Así, observaba que una vez superado este punto, el aura, más allá de quedar suprimida, buscaba su fundamento en la sublimación del acto creativo y en la excepcionalidad del artista, dando lugar a la gran trampa de nuestro tiempo; y que por tanto el solo hecho de concebir esta excepción como justificación para abandonar la práctica artística, tal como se arrogaba P.D.F., era en realidad el paso en falso que llevaba incondicionalmente a caer en la enrevesada y despiadada trampa del arte actual.
F.D.P. dejó con estos argumentos un comentario en el blog de P.D.F. El intercambio de razonamientos produjo una serie de datos en los que ambos coincidían y que les llevó a un proceso especulativo que hasta entonces sólo habían intuido por separado, pero que ahora se llenaban de sentido hasta el punto de convertirse en proyecto conjunto.
Cuando su tentativa se dispersó en el aire compartido de la creación, cuando se llenó de nuevas perspectivas llegando irremisiblemente al territorio de la producción, ambos comprendieron que habían caído en las garras del disfrute que tanto habían denostado.

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