Densidad

Publicacado en Mugalari, Gara 02/07/10

Últimamente funciona en el lenguaje de las políticas urbanísticas la idea de “redensificar” algunos barrios como medida de sostenibilidad y de contención de gasto. Las ciudades se despliegan y se contraen en su planificación dejándonos en forma de paisaje urbano el reporte de los cambios económicos y sociales. Las políticas culturales también se expanden y se contraen según la tipología de la crisis y, aunque sus ciclos críticos tienen ritmos propios, la onda expansiva de la economía resulta determinante en la conformación del paisaje cultural. Durante años hemos visto como la “cultura expandida” era un vector clave de desarrollo, una forma de ensanchar sus límites en lógica correspondencia con otras áreas productivas con las que se mezcla inevitablemente en el día a día. En el arte, la escultura (expandida en instalación), el video expandido, el cine expandido y la expansión, en fin, de las prácticas artísticas ha servido igualmente como vehículo para buscar la concordancia con dicha característica actual de la cultura. Pero ¿es posible extrapolar la idea de “redensificación” al arte y a la cultura? En un momento en el que la expansión de la cultura se llega a confundir con el entretenimiento y se plantea como el formato natural y único de la experiencia, ¿sería posible “redensificar” la idea de cultura sin identificarla con una cultura densa, esencialista o inaccesible?
Si a veces nos preguntarnos por qué se denominan culturales algunas actividades en las que el pensamiento está ausente, quizá sea el momento de recargar de significado algunas prácticas culturales y algunos argumentos de las políticas culturales. Si la expansión de la cultura ha tenido su parte más visible en la proliferación de museos y centros de arte, el reto actual estaría en una “redensificación” de sus objetivos y de sus contenidos.
¿Podríamos entender la “redensificación” cultural como una nueva forma de militancia cultural?

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