I.T.V.

Publicado en Mugalari, Gara 13/03/09

Desde el ámbito del arte, ese indeterminado hábitat en el que coinciden (algunas veces) críticos, artistas, gestores, técnicos, columnistas y quintacolumnistas, tendemos a manejar una serie de “términos clave” cuyo significado se desdibuja en muchas ocasiones. Como es lógico, dicho desvanecimiento varía mucho según el contexto, pero sus consecuencias pueden ser definitivas. La situación suele ser consecuencia de una hinchazón de ciertos términos por efecto de contaminaciones varias, términos tumefactos o desgastados que a veces resultan ser simples muletillas para favorecer un discurso o para trasmitir una suerte de proyecto. Ya van tres: discurso y proyecto, arriba se citaba contexto. La lista de estas voces sería muy extensa; desde la idea todopoderosa de red, la inevitable visibilidad, el reajuste contemporáneo de producción, etc. Ciertamente tendemos a estetizar, también, estos términos, desfigurando su significado en la búsqueda de nuevos argumentos, a veces sin pretenderlo, otras veces convencidos de su nueva acepción o renovado valor. Pero muchas veces esto sucede a costa de malograr una comunicación eficaz de nuestras intenciones. Es cuestión de saberse explicar según el momento y las circunstancias sin sacrificar ni coherencia ni energía. No es fácil trabajar con las palabras en este hábitat, un lugar de condiciones apropiadas para que la subjetividad provoque la puesta en cuestión del propio hábitat. Y no se trata de enfrentar el experimento con la comunicación, si no de conciliar ambos en el terreno de nuestra actividad como un ejercicio de incidencia en lo social.
Muchas veces hemos sentido que ideas fuertes se tambaleaban en el quicio mismo de una acepción imprecisa, o que una gran fantasía, moción o emoción podría ser depreciada en su incorrecta emisión. No paran de aparecer términos clave, su proliferación es síntoma de una complejidad a la que no podemos dar la espalda desde este hábitat, en estado de excepción permanente.
Por todo ello algunos de nosotros hemos puesto en marcha una severa I.T.V.: Inspección Técnica (¿o Transitoria?) de Vocablos.

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