El Congreso Políticas de la interfaz reflexionó acerca del papel y la incidencia de las interfaces en el universo de las herramientas del sistema productivo contemporáneo. ¿Cómo se configuran y se producen los imaginarios creativos, políticos, laborales, económicos y culturales en el marco de un sistema universalizado de interfaces cuya promesa pasa por ser natural, transparente, simple y accesible? ¿Qué respuestas y qué acciones cabe articular desde unas prácticas del diseño cuya intención es cuestionar las utopías derivadas de una comunicación cada vez más sujeta al imperio del control? ¿De qué manera podemos configurar las alianzas entre el diseño, el mundo del pensamiento y la acción crítica y una serie de relatos industriales e institucionales vinculados a las teologías tecnológicas?
Table L: Archeologies of Interface
Interface Politics. "Un nuevo campo de concentración".
Arturo Rodríguez Bornaetxea
(Ver video performance Skype)
Desde el proyecto arquitectónico de J.
Bentham hasta el análisis del poder realizado por M. Foucault para
describir las sociedades disciplinarias, pasando por la obsesión
taylorista por vigilar a los trabajadores, asistimos a una compleja
evolución de los métodos de control social. El tránsito que va de la
idea de panóptico a la de sinóptico nos sitúa hoy ante un espectáculo
mediático que adquiere con el tiempo nuevos y, paradójicamente,
artificiosos formatos de reality show. En este sentido, la
pantalla, el interface fragmentado que forma la televisión en
connivencia con la red, ofrece un dispositivo de determinación
ideológica que opera en diferentes niveles del espectáculo medial. La
producción sincronizada de subjetividades que deriva de este espectáculo
evolucionado y global, tiene por objeto mantener en marcha una máquina
capitalista que lleva demasiado tiempo a punto de reventar, pero que no
acaba nunca de hacerlo. Esta máquina, que obstinadamente se intenta
revisar y hostigar desde el pensamiento crítico añadiendo al capitalismo
prefijos y sufijos de todo tipo: “post”, “tardío”, ”líquido” o
“hiper”…, no hace más que ofrecernos el sombrío reporte de nuestro
tiempo, a la vez que nos mantiene enredados en los matices que
proporciona la condición de cautivos.
+INFO:
gredits.org/interfacepolitics/es/un-nuevo-campo-de-concentracion-2/
Las nuevas tecnologías nos indican que el
concepto de videovigilancia tal como lo hemos conocido hasta ahora
comienza a ser anecdótico pues atravesó el espacio urbano para llegar a
atravesar nuestros propios cuerpos. Del espacio cerrado y de su circuito
cerrado de visibilidad hemos saltado a la red, que es el espacio
público incrustado en nuestro espacio privado a través de la pantalla.
La televisión, el dispositivo televisual (y televisivo), ha conseguido
mediante la fragmentación de su interfaz una suerte de ruptura, de
quiebra, sustitución o ilusión de la realidad. La aparente naturalidad
con la que accedemos a la vigilancia de los otros resulta ser nuestro
cautiverio: la ubicuidad es un nuevo campo de concentración.
Si para G. Agamben el campo de concentración es el acontecimiento fundamental de la modernidad, porque es “el paradigma oculto del espacio político”, podemos
entender el interfaz de la pantalla como el acceso a ese campo que
concita a la vez ocio y trabajo inmaterial, reclusión vigilada y puesto
de vigilancia, libertad encubierta y perpetuo estado de excepción, caos y
control. Toda una suerte de tensiones que se hacen visibles en la red a
través del continuo “reality show”, la creación de estilos de
vida, la publicidad encubierta y el “show expandido”: los mecanismos
actuales de inspección y adoctrinamiento. El presente texto intenta
revisar aquellos formatos audiovisuales y tecnológicos que propician
este “nuevo campo”, en el que “la vida desnuda y la norma entran en un umbral de indistinción”, así como aquellas prácticas (artísticas, divergentes, activistas), que surgen como posibilidad de resistencia.
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