Publicado en 7ka 13/12/15
A veces el artista ha de medir la distancia como un púgil. De ello depende poder seguir en pié, esquivar golpes y poder golpear. Pero si en el arte la distancia es importante, en la fotografía se convierte en un elemento substancial.
El género de la fotografía documental cobra un
nuevo giro a finales de los años setenta en el Estado español gracias a un
contexto que empieza a desprenderse de la presión de la dictadura. Mientras los
grandes cambios sociales tienen lugar en el ámbito de la ciudad, una serie de
autores y autoras vuelven su mirada al ámbito rural, a la vida de provincias o
de comunidades muy concretas. La exposición "Tan lejos, tan cerca" (San Telmo Museoa hasta el 6 de Enero),
supone una muestra realmente destacable que nos habla de la distancia como
elemento esencial, pero no solo como fundamento técnico de la fotografía y de
su extático acto del disparo, sino de lo que significa la distancia como
posicionamiento crítico en la práctica documental.
Los trabajos de Koldo Chamorro, Cristina García
Rodero, Cristóbal Hara, Fernando Herráez, Anna Turbau y Ramón Zabalza se alejan
de la iconografía oficial para abordar ensayos fotográficos, proyectos a largo
plazo justo en el lado opuesto al fotoperiodismo. Distancia, tempo y una mirada
tan aguda como cruda. Se trata también de la búsqueda de un lenguaje propio de
la fotografía y de una subjetividad crítica, en la línea de los primeros
trabajos de Martin Parr o de Josef Koudelka con sus inolvidables imágenes sobre
la comunidad gitana.
Los distintos enfoques que vemos en la muestra
tienen la capacidad de explorar la brecha que se abrió entre el despegue de lo
urbano y las tradiciones apegadas a la tierra, sin caer en el costumbrismo ni
en la idealización de lo folk. El desentrañamiento y la visibilidad de las
diferencias existentes entre la población como forma de sometimiento vino a
desmontar definitivamente la imagen de modernización que quiso transmitir el
tardofranquismo.
La primera exposición de Tabakalera de Donostia "Contornos de lo audiovisual: Puntos para
un movimiento que rodea", (hasta el 3 de enero de 2016), ya ha sido
suficientemente reseñada y comentada en los mentideros del arte, pero es ahora,
al abordar su recta final cuando conviene revisar la gran cantidad de obras
destacables que es capaz de articular, porque el tiempo y la distancia son
también aspectos determinantes en lo que supone este proyecto.
La complejidad de la muestra radica en su
imbricación directa con un proyecto más amplio que intenta revisar los últimos
cincuenta años de audiovisual experimental en el Estado: “Antología / Apología”.
De modo que este rodeo que se hace del término mismo de “audiovisual”, reúne
toda una serie de prácticas que si bien tienen el audiovisual como tema no se
materializan necesariamente en formato vídeo o cine, sino que aparece en la
exposición bajo otras formas: como método, crítica, imaginario, archivo
compartido, gramática, modo de hablar, de actuar o de congregar.
Es precisamente la distancia con que se aborda el
fenómeno audiovisual la que dota a la muestra de una diversidad (y de una
exigencia), digna de un paseo atento, en el que poder esquivar el tiempo y
encajar los golpes de algunas de sus mejores obras, entre las que no pueden
obviarse las de Eugeni Bonet, Manon de Boer, Nader Koochaki y Analivia Cordeiro,
principalmente.
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