El
sencillo ejercicio de levantar la vista nos proporciona la posibilidad de un
horizonte. Levantar la vista es abrir un espacio mental capaz de detectar
nuevas posibilidades. Si el arte produce “nuevas extensiones del ver”, habrá
que convenir que cuando levantamos la mirada, la convertimos en pensamiento, la
dotamos de nuevos horizontes de sentido, de nuevas perspectivas, de conexiones
y deslizamientos, de retos e ironías: el territorio en el que juegan las artes
visuales
Merece
la pena levantar la vista para dejar constancia de dos exposiciones que tienen
lugar en Barcelona y que ejercitan esas extensiones de la mirada que nos
proporcionan nuevos horizontes.
La
primera es Modus vivendi, de la artista francesa Sophie
Calle (La
Virreina Centre de la Imatge; hasta junio), una amplia retrospectiva que recorre su
obra desde mediados de la década de 1980 hasta la actualidad. Una de las cualidades
más destacadas de esta autora es su capacidad para construir la mirada
con murmullos visuales. Sus fotografías siempre se han acoplado al texto mediante
una relación extraña, entre lo narrativo y lo insinuante, entre el vouyerismo y
la construcción de situaciones a partir de material documental; y las series fotográficas
que presenta en esta muestra ejemplifican las mejores cualidades de su trabajo.
Si en una de las más conocidas, como es Les
Aveugles (1986), la propia artista se dirige a una serie de personas ciegas
de nacimiento para preguntarles qué es para ellas la imagen de la belleza, en Last Seen (1991) o What Do You See? (2013), vuelve a proponer ejercicios específicos sobre
la mirada, sobre su ausencia y sobre su poder de evocación cuando la relación
entre la imagen y el texto es íntima y compleja.
La
Fundació Miró presenta Prophetia
(también hasta junio), una reflexión sobre la idea de Europa a partir de la
situación social, política y económica actual. El punto de partida de la
exposición comisariada por Imma Prieto es un vídeo del albanés Anri Sala, de
2002, que retrata el momento en que el sueño europeo aún estaba intacto en
algunos países que aspiraban a entrar en la Unión Europea. A partir de ahí los
veinticinco artistas participantes cuestionan el diálogo entre los ciudadanos y
sus representantes; entre el proyecto colectivo, la deriva política y la cruda
realidad. La crisis que hace tambalear las estructuras del sistema actual, es
aquí el motivo para levantar la vista, pero también para fijarla en el verdadero
papel del arte y la cultura en un panorama como el descrito.
Al
poner en relación ambas exposiciones y sus diferentes enfoques, encontramos un
interesante contrapunto. De un lado, en la exposición de S. Calle encontramos
la riqueza de un trabajo urdido delicadamente mediante fábulas, documentos y
ficciones. Un trabajo digno de los mejores investigadores privados que libera
la mirada furtiva y la comparte a través del arte. Un trabajo que levanta la
vista sobre lo que somos a través de nuestras relaciones y de nuestros rastros.
De otro lado, Prophetia, levanta la
vista sobre un tema global que no puede pasar inadvertido para el arte y que se
enfoca de muy diferentes maneras, con diferentes lenguajes pero con una
intención coral que suena a frustración y desasosiego. Levantar la vista y
levantar la voz.
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