Entrañas

Publicado en 7ka 02/11/14

La muestra Mapamundistas 2014, que se ha venido celebrando en distintas sedes: Iruñea, Tutera, Bilbo, Pau y Orthez, aborda el tema de los mapas y se interesa por la relación que los individuos mantienen tanto con el territorio, a través de la experiencia física, como con su representación, mediante la exploración mental o virtual de los mapas y las cartografías. El artista Benoît Broisat (Bonneville, Francia, 1980) presenta en la sala Rekalde de Bilbo la exposición Le musée imaginaire, hasta el 23 de noviembre en el marco de este amplio proyecto expositivo, que cuenta con el apoyo del Instituto Francés de Bilbao para esta muestra en concreto.
Broisat toma prestado el título del famoso texto de André Malraux para estudiar la huella que dejan en el imaginario colectivo las obras de arte “universales”. La reflexión es interesante por cuanto propone en cierto modo un comisariado interior, subjetivo, específico e intransferible de aquellas imágenes (más que obras) que cada uno toma para su propio museo imaginario.
La idea de mapa, así como la propia idea de museo participan de ese eterno retorno de temas, inquietudes y ansiedades de las que se sirve el arte para remover sus entrañas, para producir nuevas situaciones creativas y analizar su lugar en la sociedad contemporánea.

Remover las entrañas del museo es también una práctica curatorial cuando lo que se diagnostica y se trata es una colección. La colección del museo Artium ha sido ya ampliamente operada y mostrada. Cuando todavía recordamos la abigarrada versión que hacía de ella el artista Juan Luis Moraza en la exposición titulada “Tesoro público”, llega esta otra mirada diáfana y sobria, comisariada por Daniel Castillejo y titulada El desarreglo. El curioso caso del arte despeinado (hasta 2015). La muestra tiene una “baja densidad” de obras que se explica por el gran formato de algunas de ellas y por el intento de adentrar al visitante en un inmenso mar en el que unos cuantos objetos aparecen dispuestos a hablar y a ser interpelados.
La exposición se articula a partir de dos obras. Por un lado, la monumental obra del artista catalán Perejaume, Cambra-cambril, una pieza cilíndrica de casi siete metros de altura que Perejaume construyó sobre la cima rocosa de un monte en el parque natural de Urkiola y que trasladó luego a la sala de exposición.
Por otro lado, la instalación realizada por el dúo CVA (Juan Luis Moraza y Marisa Fernández) en 1982 (P) Punto de vista, integrada por una innumerable cantidad de fragmentos de marcos de distinta forma y dimensión. Dos puntos de vista, dos faros para una deriva por la gran sala del museo.

Precisamente la obra de Juan Luis Moraza (Gasteiz, 1960) llega al Museo Reina Sofía de Madrid como una de las exposiciones más esperadas (hasta marzo de 2015). La figura de Moraza es imprescindible desde los años 80 y su producción actual tanto teórica como artística sigue siendo referencial. El título, conciso y en minúsculas: república, se refiere según el autor a la noción de lo común, a modelos estructurales no centralizados, a modelos de complejidad”, y a las dimensiones pública e íntima que provoca, “entrelazando ética y estética”. Sin tener un carácter retrospectivo, la exposición se adentra en las entrañas de la producción de este autor y revisa cómo toda su trayectoria conceptual se ha ido acercando críticamente a cuestiones como la representación, el museo o la economía.

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