Masa

Publicado en Mugalari, Gara 12/03/10

El término “masa crítica”, proveniente de la sociodinámica, se refiere a aquel valor límite que determina la cantidad de personas necesaria para activar un fenómeno. Hoy, cuando se habla de la creación de públicos, de fidelización o de la existencia de una verdadera competición en la captación de audiencias, percibimos que una fría artificialidad trabaja calladamente en la seducción. Se diría que un gran dispositivo persuasivo trabaja en los resortes de la curiosidad del público en vez de trabajar en la calidad de aquello para lo que se requiere su mirada. No somos ingenuos, sabemos de la sofisticación del marketing y de lo aspaventero de la industria cultural (cuestión de espectáculo). Del mismo modo que hemos aprendido que las prácticas antihegemónicas y que los estilos insurrectos tarde o temprano tendrán su lugar en la institución museística, sabemos que en cuanto público, nosotros mismos somos el producto, que la televisión nos entrega al anunciante y que nuestra desorientación al navegar por Internet genera beneficios. Sabemos que como usuarios de la cultura nuestros intereses adquieren forma de datos y que por tanto, son manipulables.
Pero la cuestión es cómo y de qué manera conseguir el rango cualitativo de masa crítica para activar así expresiones alternativas capaces de incidir en la producción y en el acceso a “otros” productos culturales.
El término “masa crítica” fue adoptado por George Bliss, diseñador de vehículos de tracción humana, para referirse a un fenómeno observado en China: en los cruces sin semáforos, los ciclistas se van acumulando hasta llegar a un número tal que les permite cruzar sin riesgo.
Tomando esta imagen como referencia, la apuesta estaría en acumular y vehicular todo el caudal de divergencia cultural que de alguna manera percibimos en nuestro entorno para poder cruzar las políticas culturales. Sin riesgos…

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