Publicado en Mugalari, Gara 19/06/09
P.B. llegó para contarnos cosas de la vida. Lo primero que hizo fue darnos de comer. Como un acercamiento sincero, sin la necesidad de ese confuso marchamo de “relacional” que le ha salido a todas las prácticas cotidianas que estando vinculadas al arte tienen la capacidad de ser socializadoras, nos suministró las calorías necesarias para la jornada. La gastrosofía es la ciencia de los apetitos, los gozos y los sentimientos; se fusionan por igual el conocimiento culinario y sus costumbres (todo un vehículo de sabiduría), con el mero placer por la comida, la bebida, el erotismo, la música…
La filosofía de la alimentación, a juicio de pensadores como Fourier es, por ejemplo, mucho más importante que el estudio de las ideas o del espíritu.
Luego, de una manera sincera, con total ausencia de un misticismo presuntuoso, P.B. ofreció la prestancia de sus manos sobre los cuerpos de todo aquel que quiso recibir sus masajes. El masaje ayurvédico que él practica no solo trabaja con el cuerpo físico si no también con el cuerpo energético, desbloqueando aquellas situaciones de las que nacen las enfermedades, la ansiedad o el insomnio. La sombra que proporcionaba esta actividad tras las bambalinas componía en la sala de exposiciones un teatro de siluetas, una suerte de proyección capaz de extender el masaje al propio espacio, desbloqueando las atmósferas banales que a veces se aferran a estos lugares del arte y abriendo poros, ventanas, horizontes. P.B. fotografió la mirada de las personas por él masajeadas creando un vínculo afectivo atado ya para siempre a un lugar, a un momento. Por fin en su charla, aparentemente inconexa, P.B. fue atando todos estos cabos como si se tratase de un masaje a toda su audiencia. Su propuesta sugiere la necesidad de una nueva fase en la vía política de la ecología, una alianza entre individuación y colectivización. Su experimento es a fin de cuentas su tecnología. Pierre Bongiovanni estuvo en la Sala Amárica de Gasteiz.
1 comentario:
Gastronómicamente interesante y artísticamente alimenticio. Un abrazo!!!
Martín Rodriguez!!
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