Crónicas del frío



Publicado en 7ka, 08/03/15
La dimensión histórica del arte nos provee siempre de elementos para valorar la circunstancia actual. Saber de dónde venimos y qué llevamos en nuestra mochila cultural resultan ser datos fundamentales para conocer nuestra ubicación. La especulación sobre nuestro destino, el “a dónde vamos”, se lo hemos de encomendar a una vanguardia comprometida con su tiempo, o mejor dicho, comprometida con su futuro.
Al visitar una exposición como la del “EquipoCrónica” en el Museo de Bellas Artes de Bilbo (hasta mayo), no puede pasarse por alto su peso político y su significado en el relato histórico del arte en el Estado español. Tras la plúmbea introspección que había supuesto el informalismo de El Paso y el trabajo de artistas como Tapies o el propio Chillida, los artistas de finales de los sesenta empiezan a salir a la calle y a entender el mundo que les rodea: la industrialización incipiente (máquinas, coches, electrodomésticos), el turismo como clave del desarrollo y una asfixia política que resulta ser tan cruel como absurda.
“Equipo Crónica”, grupo fundado en 1964 por tres artistas valencianos, Rafael Solbes (1940-1981), Manuel Valdés (1942) y Joan Antoni Toledo (1940-1995), quien abandonaría el grupo a los pocos meses, estuvo activo hasta 1981 y supuso no solo un cambio de rumbo temático y formal sino también un experimento, “un grupo de trabajo, con métodos colectivos y fines supraindividuales”, tal como explican en su manifiesto de 1965.
Al calor del pop y de la llamada nueva figuración, el grupo se dio a conocer por el uso de tintas planas, la articulación de trabajos en series, el uso de imágenes procedentes de los medios de comunicación y la apropiación crítica de referentes de la historia y del arte. La completa exposición que presenta el Museo de Bilbo se articula en base a un recorrido expositivo que, además de acercarnos la obra de este hito ineludible que fue el Equipo Crónica, nos habla también de cómo el contexto sociopolítico incide en la creación artística.

Decíamos que la perspectiva de futuro se ha de solicitar a un arte comprometido con su tiempo. La Sala Rekalde de Bilbo presenta la exposición "helARTE es morirse de frío" de Laurita Siles (Málaga, 1981), cuya producción artística ha prestado siempre especial atención al lenguaje del folklore popular. La obra que presenta en Rekalde forma parte de un proyecto audiovisual llevado a cabo en tres localizaciones: Bizkaia, su lugar de residencia, Marbella, su lugar de origen e Islandia, en donde ha trabajado recientemente. Los vídeos de carácter documental, giran en torno a la expresión "helARTE es morirse de frio", un recurrente juego de palabras que sirve para analizar la situación de los creadores y creadoras del territorio.
Mutur Beltz, otro de sus proyectos, está protagonizado por las ovejas karranzanas de cara negra y que la artista une con el refrán islandés “Neyðin kennir naktri konu að spinna”, que en castellano quiere decir: “La necesidad enseña a la mujer desnuda a hilar”, tejiendo así materiales, vivencias y significados. El despliegue se completa con una selección de dibujos, bocetos y piezas de lana con las que la autora realizó una acción junto a Joseba Edesa el día de la inauguración.
Esta crónica del frío artístico actual bien podría dialogar con la muestra del “Equipo crónica” para hacernos entender la necesaria implicación del arte con su tiempo.

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