Disfrutar de un museo


Publicado en Gara 09/12/14


En la renovación del acuerdo con el Guggenheim no se han contemplado las renovaciones que atañen al modelo cultural. El trabajo silente de las Fundaciones sigue dejando este tipo de acuerdos fuera del debate sobre políticas culturales.

A juzgar por la imagen que ha circulado, la firma del acuerdo entre el patronato de la Fundación del Museo Guggenheim Bilbao con la Solomon R. Guggenheim Foundation (SRGF) parece ser todo un éxito. El pasado día 3 de Diciembre se daba a conocer dicho acuerdo con la presencia del director del Museo Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, el lehendakari y presidente del patronato, Iñigo Urkullu, el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, y el director de Solomon R. Foundation, Richard Armstrong. Pero lo cierto es que no sabemos si la alegría expresada por los firmantes retrata una verdadera negociación porque una vez más este tipo de acuerdos, que suponen un apartado importante en el horizonte de nuestras políticas culturales, se realizan sin que sepamos qué posiciones de partida se establecen o bajo qué premisas se abordan. Pero sobre todo queda por explicar si este tipo de alianzas se inscriben en una lógica o una perspectiva más amplia con respecto al arte y la cultura o si es el arte y la cultura el que cede, una vez más, sus espacios de intervención e incidencia a otros intereses. Porque precisamente cuando la cultura actual y sus políticas tienden a abrirse como un proceso de participación, como un laboratorio de nuevas relaciones con lo social, recibimos algunos datos que no sintonizan del todo con ese nuevo modelo cultural (o nuevo paradigma, con perdón).

Para empezar la firma establece una renovación por veinte años, diez años más de la prevista en el acuerdo de 1994, algo que llama la atención a la vista de la celeridad con que se dan los cambios en el campo de la cultura, pero también en el panorama político. El hecho de “dejar todo atado…” sugiere una estratégica dificultad para deshacer nudos, algo que conocemos bien.

El nuevo acuerdo parece buscar una relación “equilibrada", de manera que ambas fundaciones (Bilbao y Nueva York) colaborarán en "un plano de igualdad en el funcionamiento del Museo en Bilbao", que según Vidarte, permite consolidar un ámbito de "autonomía operativa". En concreto, la SRGF pasa de "gestionar y operar el Museo Guggenheim Bilbao" a "participar en la gestión y operativa del Museo Guggenheim Bilbao". Pero este extremo no es significativo si no se aclaran las competencias, cargos y modos de proceder de la Fundación “de este lado”, que debe necesariamente abrirse a la participación de profesionales del sector.

En virtud de este acuerdo, además, se refrendan las iniciativas que ambas partes tienen en proceso para la gestión de nuevas infraestructuras museísticas. En el caso del Museo Guggenheim Bilbao esta cuestión abre la posibilidad de realizar, si "se estimara oportuno", un proyecto de ampliación discontinua en el País Vasco, claramente referido a la posible ampliación del Museo en Urdaibai que, si se decide impulsar, no requeriría la aprobación adicional de la Solomon R. Guggenheim Foundation. Una circunstancia que puede reabrir los afanes expansionistas de un modelo turístico que tiende a crear interferencias no deseables entre sociedad, sostenibilidad y cultura.

En cuento al nuevo sistema de financiación Vidarte ha explicado que el modelo financiero será distinto al que se mantenía hasta ahora y que supondrá un pago anual de 1.920.000 euros a SRGF durante los 20 años del nuevo acuerdo, una cantidad "relativamente pequeña", que saldrá de los presupuestos del Museo. Pero el director no ha precisado cuál era hasta ahora la cifra anual que se abonaba porque variaba cada año, como tampoco ha cuantificado el montante total de los últimos 20 años, con lo cual hemos de creer a pies juntillas que estamos de suerte. Tendremos que creer a Vidarte, que contra viento, marea y casos como el de Cearsolo, sigue a los mandos de la nave.

Por su parte el lehendakari Urkullu ha subrayado el compromiso del Ejecutivo vasco de impulsar una política cultural de acuerdo y colaboración que favorezca la marca Euskadi, algo que, según ha indicado, representa el Museo Guggenheim. La pregunta aquí es por qué este socio en concreto o qué tipo de alianzas buscamos en lo cultural, pues se trata, también, de cuestiones medulares para un proyecto de país.

Otras iniciativas del acuerdo tienen que ver con la colaboración del staff de SRGF a través de un curator con dedicación exclusiva a Bilbao, todo un misterio en cuanto a la persona y su cometido real; y la creación de dos programas, uno de becas para estudiantes del País Vasco en el museo de Nueva York y otro dirigido a artistas emergentes del País Vasco. En principio una buena noticia que convendría certificar con información relativa al tipo de convocatoria que se establecerá, si tomará parte en ella la Universidad del País Vasco u otros centros de producción artística, por ejemplo, y qué tipo de prestaciones conllevará.

Finalmente, el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao ha afirmado entusiasmado que el Museo es un "Ferrari", una "máquina para la economía" de Euskadi al que hay que "echar gasolina" y la "gasolina cuesta dinero". La metáfora se presta al análisis. Son palabras que definen bien un concepto utilitario de la cultura y no solo de un tipo concreto de cultura, sino de una serie de voluntades, deseos y aspiraciones.

Programaciones

El acuerdo aprobado por el patronato del Museo Guggenheim Bilbao contempla para 2015 un presupuesto de 27,7 millones de euros, más de un 4 % superior al de 2014, e incluye una propuesta de programación.

Como si no fuera suficiente todo el dinero destinado ya al mantenimiento de Puppy, al que tuvimos que pagar el alquiler antes de que consiguiera residencia estable, ahora se dedica una retrospectiva a su autor, Jeff Koons, todo un bróker del mercado del arte; igualmente "Alex Katz: This is Now", es otra de las exposiciones estrella anunciadas. Desde el punto de vista meramente artístico destaca la retrospectiva dedicada a la desaparecida artista francesa Niki de Saint Phalle, cuya figura y obra merece toda la atención, y la titulada "Making Africa", una colectiva de artistas africanos en la que esperamos encontrar la audacia y el rigor necesario.

Es a partir de ahora cuando se espera que la citada “autonomía operativa” de Bilbao se deje notar tanto en la programación como en las formas de mostrar. El carácter normativo y canónico que ha sustentado la presentación de prácticamente todas las exposiciones hasta la fecha comienza a impedir una relación fluida con la circunstancia actual del arte. Porque la vanguardia que uno quiere encontrar en un centro de estas características ya no está solo en la nómina de artistas sino en la articulación de discursos, posicionamientos y disciplinas, por tanto en el display expositivo. Sin duda esta será una de las cuestiones primordiales para desprenderse del carácter sucursarial del centro y poder disfrutar de un museo de nuestro tiempo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien. Hay un pequeño caramelo, vagamente referido y es la posibilidad de estancia para artistas vascos en USA.

Anónimo dijo...

En EL CORREO Koldo DOminguez habla de estancias de estancias para artistas emergentes de un mes. Con ese tiempo justo justo para turismo.Y lo de las becas no aclara cómo se gestionan ni nada... ¿por qué no sabemos nada de eso?

Paloma Ctrl dijo...

Para morirse (de pena).

Anónimo dijo...

lo que no entiendo es por qué no hay alguien, una asociación o así que denuncie este tipo de actuaciones. Ya basta