Pintura (1)


Boceto de "Una y tres pinturas" (2012)
Una y tres pinturas. Un cuadro pintado sobre la pared apenas puede verse porque una acumulación de marcos, de molduras apiladas una sobre otra, conforman una caja saliente a modo de profundo túnel en la sala de exposición. La pintura queda encerrada en un grueso marco sin que le llegue la luz de la sala.

Justo a su lado, se abre un hueco en la pared de las mismas dimensiones. Esta vez es el hueco el que está enmarcado con la misma moldura que la anterior obra. Al fondo del marco, hundida en la pared y casi sin luz, como en una caverna, advertimos que puede tratarse de la misma pintura.

Finalmente, la pintura que parecía habitar en los dos anteriores marcos, que parecía esconderse en aquel marco extendido hacia fuera y que se incrustaba en la profundidad del hueco de la pared enmarcada, se muestra ahora directamente pintada sobre la pared de la sala. El marco que la defiende está igualmente pintado, todo es pintura.

Nos acercamos y descubrimos que lo que aparece pintado directamente sobre la pared es también el tema de los dos anteriores cuadros: una silla. El título de la instalación: “una y tres sillas”. Entendemos entonces que no es un juego perceptivo ni conceptual y que no se trata de un chiste metalingüístico, sino de todo ello a la vez. 
"Una y tres sillas" Joseph. Kosuth, 1965.
La celebración contemporánea de la crisis de representación en las artes visuales nos deja situaciones como la presente, en la que la obra puede cobrar forma de texto antes de llegar a su formalización. Para la realización de la obra descrita en esta columna estamos esperando una verdadera reflexividad, la noción más radical posible de connivencia expresiva que pueda darse.

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