Publicado en Mugalari / Gara 13/02/09
W.R., un artista importante, que no célebre, se propuso numerar todas aquellas ideas susceptibles de ser aplicadas a su obra. Se trataba de catalogar tanto aquellas intuiciones formales que pudieran ayudar a definir la materialización de su propuesta como aquellas que venían inspiradas desde el roce con otras disciplinas y que tuvieran la capacidad de modificar en algún sentido el planteamiento conceptual de su trabajo. La iniciativa, sin duda compleja, había de plantearse con minuciosidad y a través de un rigor que no ahogase el propio trabajo creativo, dejando que el proceso encontrara su ritmo y su propio devenir. Como era de esperar el listado de ideas fue creciendo y creciendo y su ordenamiento se fue haciendo cada vez más complicado, con secciones y subsecciones que tendían a enredarse y confundirse. Lo formal era motivo de digresiones filosóficas y las ramificaciones que iban surgiendo llegaban a terrenos a los que jamás hubiera imaginado llegar, pero que dado lo riguroso de su plan también había que señalizar, con lo que merecían nuevas investigaciones o acercamientos y, por tanto, nuevas numeraciones.
Aplicó colores a las diferentes categorías y llegó a establecer vínculos entre unas y otras mediante el uso de aplicaciones informáticas. Se ayudó de todas las herramientas disponibles para la visualización de este ingente mapa cognitivo de particular cuño, intransferible y misterioso.
Cuando W.R. logró separarse un poco del calenturiento trabajo al que había estado entregado, por motivos que no admitían numeración o clasificación alguna, pudo observar y entender lo que había hecho. El resultado daba cabida a una suerte de excesos, descubrimientos, incorrecciones, fantasías y, sobre todo, contradicciones que le estaban hablando de su proceso creativo. No se trataba ya de la forma o del discurso, sino de que su intento le había servido para explicarse a sí mismo en relación a su trabajo, a su práctica creativa.
En la búsqueda casi desesperada de la coherencia encontramos las más saludables contradicciones de nuestra actividad profesional.
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