Cuaderno, pág. 3.


Sin relato

Caso 1. Autor y personaje.
(continuación)

¿Subordinación? ¿Independencia?

Por otra parte, la decisión del autor le resulta a El personaje de novela que escribe novelas algo muy difícil de gestionar. No está entre sus preferencias convertirse en el espejo de su autor ni mucho menos albergar todas las interioridades de este a costa de sacrificar una personalidad propia. En definitiva, no está dispuesto a una identificación explícita con el autor, pero tampoco a ser una proyección de lo que el autor quiere pero no puede ser. Obviamente, no podría negarse a una situación como esta, ya que lo único verdaderamente explícito es su subordinación al autor, pero parece claro que desde el momento en que se supiera utilizado como intérprete todo su empeño estaría destinado a buscar fórmulas para esquivar esa responsabilidad.

El personaje de novela que escribe novelas sabe que su deber es dar la posibilidad al lector de concebir y experimentar una división alternativa de lo sensible. Sabe que su cometido no es otro que invocar la experiencia de otro mundo posible y se dispone a trabajar para ello desde la acción y desde la rebeldía si es preciso. Sabe que ha de estar preparado para una nueva relación, la relación con el receptor, con el lector, y que en principio su teatro de operaciones está en la propia novela, el verdadero vehículo conector en este complejo esquema comunicativo. Sabe que no puede perder de vista esa otra orilla en la que también hay vida creativa, en la que también “se hace” la novela al leerla, al completarla con la lectura. Pero sus intenciones acabarán trascendiendo esta circunstancia.

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